Escuela «Roberto Ojeda Torres»
Reumén se funda a inicios de 1898 y la primera escuela pública fue creada, con denominación de Mixta Nº 3, el 25 de noviembre de 1908, e inició su funcionamiento en 1909.
En el intertanto, los habitantes del pueblo y el campesinado no recibían educación, pues era improbable que se radicaran en La Unión o Valdivia para que sus hijos pudieran asistir a un colegio. No es de extrañar, entonces, que ocurrieran dos hechos:
- que el índice de analfabetismo fuese extraordinariamente alto: En la subdelegación de Paillaco, el censo de 1907 arrojó un 54% entre los hombres y un 81% entre las mujeres.
- que los nuevos habitantes llegados con la irrupción del ferrocarril, comiencen a preocuparse y a presionar para que el Estado asuma su responsabilidad en materia educacional.
En Reumén, la primera escuela la establece don Juan Evangelista Hernández –recordemos que administraba a discreción la extensa propiedad de su cónyuge Micaela Vásquez Fontena- quien contrata a una jovencita de Río Bueno, Nieves Ramírez, para que ejerza de profesora de sus hijos (tuvo nueve) y de otros niños del vecindario. Para este efecto, habilitó una construcción de un piso, con un corredor abierto mirando hacia el sur, en la calle Rosario Vásquez cerca del cruce ferroviario norte. Al quedar abandonada y sin uso alternativo posterior, su estructura residual fue desarmada hacia 1955.
De las innumerables gestiones realizadas por la comunidad para lograr la creación de la escuela pública y la posterior edificación existente hasta hoy, en terrenos donados por don Quirino Vásquez Fontena en 1941 (sitios 8, 9, 10, 11 y 12 de la manzana 7) , y de la relevancia adquirida en el quehacer reumenino por el profesorado de la época, da cuenta el libro “Reumén – Ronda de sueños bajo la lluvia” del profesor Eduardo Araneda Pradenas, editado en 2008 con motivo de celebrarse un siglo de existencia del citado colegio.
Este libro contiene la letra y música (partitura) del himno de la Escuela que en 1956 creara y compusiera el profesor Ernesto Guarda Carrasco. En este sitio incorporamos la interpretación que en el año 2000 grabara el Coro de Cámara «Presidente Balmaceda» y el conjunto de cuerdas «Cuarteto Santa Cecilia».
Himno Escuela ROT (Cantado)
Himno Escuela ROT (Instrumental)
Además, el mismo libro informa que en 1938, bajo la gestión directiva del profesor Ernesto Lira Lira, se crea la Brigada de Boy Scout “Chile”, la cual pronto se integra a la Asociación de Boy Scout de Chile.
El 27 de agosto de 1957, bajo la inspiración en letra y música del maestro Ernesto Guarda Carrasco, nace el himno de la Brigada, una reliquia que anotamos a continuación:
Himno de la Brigada de Boy Scout
Escuela Roberto Ojeda Torres – Reumén
Letra y música: Profesor Ernesto Guarda Carrasco
Coronada de gloria y fulgores
hoy nos muestra la patria el deber
y el trabajo y la paz hoy nos brindan
en la tierra su inmenso poder.
Un concierto del genio que canta
del progreso la marcha triunfal
prosigamos con ánimo ardiente
por la senda del bien y la paz
Y al compás:
¡Siempre listo! ¡Siempre listo!
en la escuela, el taller y el hogar.
Simpre listo a lo grande y lo bueno
Siempre listo en lo adverso y la paz.

En los anales de la escuela hay importantes capítulos que destacan la trayectoria del profesor Roberto Ojeda Torres y de la honda huella que dejó en sus alumnos.
Tuvimos acceso a esta carta, que el 29 de enero de 1949 le escribe a su ex alumno Lionel Uribe Vásquez, en la que hace mención al “invencible O’Higgins”, refiriéndose al equipo de fútbol del establecimiento, oncena que él dirigía. Además, estampa una valiosa enseñanza: “El tiempo es corto, pero dura lo suficiente para quien lo sepa emplear”.
Una prueba de esa huella fue un encuentro que en la década de 1970 organiza un grupo de ex alumnos para expresar su agradecimiento a este reconocido maestro.
Después del cóctel hubo un baile, del cual rescatamos estas fotos, donde destacan don Roberto y su señora Elma Sotomayor.

A la izquierda, aplauden Edmundo Araneda y otro ex alumno; sentado, Sergio Tatter Oñate. A la derecha, el tradicional «trencito».
En la década de 1990, su ex alumno Hugo Gómez Solís le dedica el poema “Sembrador de mi destino”, el que transcribimos a continuación:
SEMBRADOR DE MI DESTINO
a Roberto Ojeda Torres
Hace años, maestro, deseaba escribirle un cuento,
mas, si el niño que se esculpe no madura
seguirá caminando entre risas y lamentos
incapaz de apreciar la felicidad y la ternura.
Lo conocí siendo yo tan débil, regalón y diminuto
que no comprendí su esencia, su pasado:
será porque en mi pueblo vestíamos de luto
lo que después de hombre más he amado.
Con mis pasos cortos y mi mente estrecha
me senté en el viejo banco de colores tristes,
ahí usted fue encendiendo luces y lanzando flechas
cual osado arquero con su sabiduría en ristre.
Yo no sabía su historia de tremendo esfuerzo
ni de cómo abandonó el maternal regazo
para viajar distante a diseñar el verso
que escuché de sus labios y anidé en mis brazos.
Nadie supo de sus sueños y soledad-estudiante
que padeció por su vocación tan fuerte,
pues llegó al villorrio cual arrojado amante
cuyo futuro obsequia a su buena o mala suerte.
Si su estadía fue más ingrata o más amena
lo esconden las calles húmedas y el celeste manto,
pero yo le añoro con nostalgia y pena
cual le añoran maquis, chuponales y quilantos…
Es que usted, maestro, a todos nos amó tanto.
Durante años se esforzó graficando laberintos
para desarrollar en ellos imágenes e ideas
y a pesar de las desilusiones que enterró su instinto
jamás desmayó, cultivando canas en su tarea.
Pude hoy detenerme y presuroso retorné a la sala
donde mi mano moldeaba letras con su mano;
así puedo pintar ahora una oración de gala
y expresarle que su siembra no fue en vano.
Quiero pedirle disculpas, porque el tiempo ha pasado
y no regresé de madrugada a narrar mis sentimientos,
pero sé que usted entiende: aún camina a mi lado
sintiendo la admiración que flamea con el viento.
Tampoco supe que tras su adusto y severo gesto
había otro infante, tan inquieto como festivo y soñador
que adolescente cortó el mimbre y tejió gigantesco cesto
donde cupieran sus ideales de profesor.
Pocos supieron que vertió lágrimas algunas noches,
cuando el rocío derramaba su esplendor;
estaba solo escuchando gotas sin más reproche
que la esperanza de estar cercano a su gran amor.
Y, así, grabó con fuego en cada metro de mi camino
bellas historias de cien princesas, de mil encantos;
ahora sabe de su influencia en mi destino,
ahora sabe por qué le quiero, por qué le canto…
Es que usted, maestro, a todos nos amó tanto.
Este mismo ex alumno leyó un sentido discurso de despedida en el cementerio de Paillaco, cuando se realizaron sus exequias:
Discurso de despedida al maestro Roberto Ojeda Torres (Q.E.P.D)
22 de agosto de 2004
Hace 87 años, en las alturas del sector La Peña comenzó a escribirse la historia de un hombre que, más tarde, daría un impulso vital al desarrollo cognoscitivo y emocional de generaciones de niños reumeninos. Entre el aroma de lingues y olivillos, junto al trinar de chucaos y pidenes, bajo el canto de la escarcha y del rocío, había nacido don Roberto Ojeda Torres.
Hijo de una numerosa familia cursó sus estudios primarios en Paillaco y tal vez imitando a su hermano mayor trazó su avance y perfeccionamiento educativo en la ciudad de los Ríos, hasta lograr su incorporación al magisterio.
En 1949 llegó a Reumén portando en su maleta de cartón un cargamento de ilusiones. En nuestro pueblo conoció a Elma, la mujer de sus sueños, y juntos iniciaron la hermosa aventura de amarse para toda la vida. Pronto esta oda al amor entregó sus frutos y el sonoro recorrido del Collilelfu pareció atenuarse para escuchar las voces de sus hijas María de Los Ángeles, Verónica y Virginia.
Escarbando de madrugada en las cenizas aún calientes del fogón de su casa campesina y atizando los leños para obtener lumbre y calor, don Roberto aprendió en su niñez que el amor es un fuego de diversos matices. Así, también le abrió de par en par las puertas de su corazón a la docencia, hasta obtener su título de profesor normalista.
De sus 41 años dedicados a la docencia, 32 los ejerció en nuestro pueblo, ya sea en calidad de profesor, ya sea en calidad de director. Pero siendo éstas, menciones justas y merecidas, por sus inigualables condiciones profesionales y humanas, don Roberto conquistó un título que florece en la profundidad del sentimiento ciudadano, un título que sólo lo otorga la sabiduría de la historia: maestro, insigne maestro.
Muchos de nosotros tuvimos la suerte de ser sus alumnos. Era la época de la Escuela Coeducacional Nº 67 de Reumén, la misma Escuela Rural que hoy se distingue y prestigia con su nombre, con el nombre de Roberto Ojeda Torres.
Allí, don Roberto nos impregnó de cariño por los números, por la lectura, por la historia, y nos guió por el recto camino de la disciplina y del respeto, por ese camino que hoy nuestras canas sienten extraviado de las aulas. Don Roberto nos incentivó para participar activamente en los actos de los días lunes, en las veladas artístico-culturales, en la banda instrumental de la Brigada de Boy Scouts, en los desfiles del “18”. (¿Dónde se quedaron llorando pitos y tambores, que no están aquí para escuchar sus sones de despedida?).
Las llamaradas de cariño y devoción que sus amigos y discípulos mantenemos encendidas en el cofre de nuestra intimidad iluminan las enseñanzas del maestro. Porque más allá de cada cifra, de cada palabra, de cada imagen, don Roberto nos enseñó a no decaer ante la adversidad, a luchar con nobleza por el triunfo y progreso personal y, conociendo las limitaciones materiales de la gran mayoría de sus alumnos, nos introdujo el aguijón de no renunciar a nuestros más audaces sueños. “Ustedes que tienen el cuerpo sano y la mente fértil, atrévanse a soñar”, nos decía.
Bajo el parpadeo de las primeras estrellas de este 20 de agosto se apagaron las luces terrenales del insigne maestro y, por ello, las banderas institucionales de Reumén flamean desde ayer a media asta.
En nombre de la comunidad reumenina y de la legión de discípulos que al tañir de la vieja campana de nuestra escuela nos atrevimos a soñar, le agradecemos maestro de todos los tiempos su compañía y sus enseñanzas. (Se escuchan las campanadas de la vieja campana).
Descanse en paz, don Roberto.
En sesión del 17 de octubre de 2003 el Concejo Municipal de Paillaco acordó distinguir a la Escuela Rural de Reumén con el nombre del maestro Roberto Ojeda Torres quien fue docente de ella durante 32 años, ya sea en calidad de profesor o de director.
Actualmente, es un establecimiento mixto con jornada escolar completa y una matrícula de 110 niños y niñas. Atiende niveles de Educación Parvularia (1° y 2° Nivel de Transición) y Educación Básica de primero a octavo año. Visita aquí su sitio web.